Desde 2008, todas las Facultades de Medicina de España han preparado nuevos planes de estudio en Medicina según el llamado proceso de Bolonia. Estos planes se basan en el cambio de un esquema clásico centrado en el profesor, relacionado principalmente con la adquisición de conocimientos teóricos a un proceso basado en competencias, en el que éstas forman la base de la ecuación de enseñanza-aprendizaje. La evaluación de las competencias, por sus propias caracterÃsticas, es una de las tareas más importantes y complejas, especialmente por su utilidad formativa aunque también por sus consecuencias socioprofesionales, como son la certificación, reconocimiento, convalidación de experiencia, etc. Por ello, la evaluación tiene una relevancia especial en la educación universitaria, constituyéndose en la herramienta más influyente en el aprendizaje de los estudiantes y porque lo que no se evalúa, se devalúa.
Las competencias no son fáciles de evaluar con las herramientas tradicionales, ya que éstas no están diseñadas para determinar si los alumnos han adquirido una competencia o para proporcionar una evaluación formativa. Una de las nuevas herramientas utilizadas para ese propósito es el portfolio (o portafolios), hoy considerado como un método que permite la evaluación continua y formativa, proporcionando reflexión crÃtica y autorregulación. Muchos autores han descrito los beneficios de su uso en educación médica, pero también sabemos de sus limitaciones con respecto a su fiabilidad, confiabilidad y validez. Aunque el portfolio se ha utilizado en algunas asignaturas clÃnicas, e incluso en el posgrado, como una forma de evaluación contÃnua, hay pocos estudios de su uso para la evaluación de la adquisición de competencias clÃnicas entre nuestros alumnos de Medicina. Como hemos dicho, las competencias clÃnicas relacionadas con las habilidades y los procedimientos clÃnicos requieren diferentes mecanismos de enseñanza y aprendizaje y, lo que es más importante, diferentes métodos para determinar si se han adquirido o no por completo. Aprender estas habilidades clÃnicas requiere tiempo, y los procedimientos deben repetirse más de una vez antes de que los tutores puedan decidir si los estudiantes son capaces de realizarlos de manera autónoma, o en otras palabras, si se ha logrado el resultado de aprendizaje requerido, los niveles 3 y 4 de la pirámide de Miller. Sin embargo, determinar el número óptimo de veces que los estudiantes necesitan repetir un procedimiento para ser lo suficientemente competente como para realizarlo de manera independiente sigue siendo un desafÃo en la educación médica de pregrado.
Hoy quiero mencionar los resultados de un estudio realizado en la Universidad de Murcia y que ha sido aceptado para su publicación en la revista BMC Research Notes. Una versión inicial puede obtenerse online. El estudio, dirigido por Fernando Santonja, titular de TraumatologÃa, se diseñó para evaluar el nivel de adquisición de habilidades y competencias clÃnicas en los estudiantes de Medicina de nuestra Facultad, durante las rotaciones clÃnicas de TraumatologÃa y Ortopedia. Para ello, se usó un portfolio electrónico propio para determinar la cantidad óptima de veces que los estudiantes necesitan repetir un procedimiento antes de que sean capaces de realizarlo sin supervisión. Los resultados se compararon con el número real de repeticiones realizadas durante el perÃodo de prácticas. También les preguntamos a estos estudiantes y a sus tutores sobre el número óptimo de veces que se deberÃa repetir cada habilidad antes de que pueda considerarse completamente adquirida. El cuestionario fue respondido por el 98,6 por ciento de los estudiantes y el 70,3 por ciento de los tutores clÃnicos. Los resultados indicaron que tanto los estudiantes como los tutores estuvieron de acuerdo en un valor óptimo similar para 16 de los 21 procedimientos clÃnicos seleccionados; en los 5 restantes, los tutores pensaron que los estudiantes necesitaban repetir el procedimiento más veces que el número indicado por los estudiantes. Cuando se compararon estos valores óptimos con los valores reales registrados en el portafolio durante las prácticas, se encontró que aproximadamente la mitad de todos los procedimientos clÃnicos se llevaron a cabo menos veces de lo esperado, lo que indudablemente proporcionó información importante a los profesores sobre el grado de adquisición de las competencias clÃnicas de sus estudiantes. Este feedback es fundamental para mejorar la organización de la docencia práctica de los estudiantes de Medicina. Y para mejorar la competencia clÃnica de los futuros médicos.
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